Y ganó Bachelet

A las 9:30 de la mañana desperté, mejor dicho me despertaron, para concurrir a realizar mi deber cívico, que de paso no me enorgullece pero me hacer sentir bien.

Mientras me vestía, veía por la TV lo que todo el mundo esperaba: tranquilidad y mucho calor.

Mi mesa electoral, no tenía problemas de vocales de mesa ausentes, y aunque en el fondo 6 mil pesos no le caen mal a nadie, me hubiera gustado tener la oportunidad de serlo.

El encargado me entrega el voto, el lápiz y la estampilla que pega que curiosamente… no pega.

Al ver los candidatos en mi voto, me pregunto que tan diferente estará el país con uno o con el otro. Pasado ese pensamiento filosófico de profundidad desubicada, hago la raya, firmo la constancia y me entinto el dedo para salir. Una ventana junto a la “cámara secreta” me permite ver una panorámica de Valpo, se ve bellísimo.

Las calles se ven tranquilas, la TV por su parte muestra a un Longueira acorralado y protegido por Carabineros de la nación, mientras llovían piedras y alguno que otro objeto contundente. La verdad es que la rabia que da cuando tipejos se dan el trabajo de esperar a Longueira y darle públicamente una paliza… por poco puede hacer pensar que el país nunca se unirá y que todos los esfuerzos de las nuevas generaciones junto con los recuerdos de las antiguas no bastan.

Una mujer, presidente

Cuando venía a casa, me enteré por las calles de la decisión nacional. La CNN transmitía en vivo el discurso de la presidente electa. Ahora la pregunta es que tanto cambiará Chile después de esta elección.

Yo no creo que mucho. Las tareas pendientes de Lagos, tal como lo dijo hoy cuando felicitaba a Michelle, las terminará en su gobierno. Pero seguir las tareas pendientes tampoco es malo. Recordemos que despedimos a un presidente con el porcentaje de aprobación popular más alto de latinoamérica y probablemente gran parte del mundo. Por lo que seguir su huella, se transforma en un gran desafío, más que en una camino a evitar.

Es muy posible que tenga que enfrentar un escenario político único en el país. Aquel en el que los partidos
desfiguren su forma original, y se conviertan en una nueva idea, en nuevos principios y valores.

El popular travestismo político que se denunció es expresión de las más humanas: seguir ideales y no agrupaciones. Cuando miembros de la DC, o incluso PPD, por muy poco conocidos que sean o quieran tener su minuto de fama, representan a muchos que votaron por Piñera y confiaron y su discurso. Las amenazas de los partidos a miembros que hicieran público su apoyo al candidato opositor, a más de alguno le recordaron tiempos dictatoriales en donde lo que pienses te puede condenar.

Todos estos cambios, generan sin duda transformaciones políticas, que la nueva presidenta tendrá que manejar. Por otro lado, la mayoría parlamentaria también podría generar sus resquemores en distintas perspectivas: por un lado, la mayoría le permite al gobierno despachar leyes más rápido sin el temor de enfrentar a la oposición.

En cambio, por otro lado, la inexistencia de una oposición legisladora, podría dar paso a menos restricciones legislativas que en el peor de los casos hacen menos revisables los artículos. Por lo tanto, peores leyes.

La señorita Bachelet, entonces tiene la oportunidad de dar a Chile un excelente Bicentenario, pero recordando siempre, que aunque sin mayoría ni gobernabilidad, existe una oposición respaldada por casi la mitad de la nación. Por lo tanto que se cumpla. Bachelet presidente por TODO Chile y por TODA la gente…

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